Incorporar parte de una nueva gestualidad es como enriquecer con vocabulario y expresiones nuevas tu lenguaje corporal.
El lenguaje corporal delata, a menudo, nuestra actitud delante de ciertas situaciones. Me pasa frecuentemente que, si digo algo que contradice mi expresión facial o corporal, se nota tanto que despierta un “¿seguro?” de la gente de mi alrededor. Me parece interesante, además, detectar gestos propios de una zona, de una cultura, de un país, y compararlos con los de otros. Recuerdo una conversación que tuve con un compañero italiano. Él no paraba de preguntarnos a mis amigos y a mí cuál era el significado detrás de cada gesto que, por otro lado, yo ni me daba cuenta que estaba haciendo. Por ejemplo, los golpecitos de una mano plana y la otra perpendicular que indican que o tú o alguien se marcha de algún lugar.
De hecho, es uno de los factores en los que más me gusta fijarme cuando estoy en otro país o hablo con gente que ha crecido con un lenguaje corporal distinto al mío. Se podría decir que no acabas de estar familiarizado con una lengua hasta que los gestos propios de allí, que seguramente no entendiste al principio, pasan a ser parte de tu repertorio al comunicarte. En el post de este mismo blog titulado “Enseñanza de la cultura e idioma chino en clase” , Peichen nos habla del valor añadido que supone conocer rasgos de una cultura cuando se está estudiando su idioma. Incorporar parte de una nueva gestualidad es como enriquecer con vocabulario y expresiones nuevas tu lenguaje corporal.
Explorando Beirut
El año pasado viví durante dos meses en Beirut, Líbano, y, pese a llegar allí con nociones básicas tanto del idioma (árabe libanés) como de factores culturales, solo una vez allí me di cuenta de los movimientos tan distintos a los míos que tienen los libaneses a la hora de comunicarse.
Hay dos gestos que se me han quedado especialmente grabados. El primero es levantar las cejas enfáticamente cuando quieren decir que no. Esto me pasó por primera vez en la calle. Beirut es una ciudad muy militarizada y te puedes encontrar, fácilmente, un par de calles cortadas como si de un checkpoint se tratara. En uno de mis primeros días, mi compañera y yo decidimos pasear por las calles del barrio de Hamra. Pasamos por una de estas calles cortadas que protegían con pequeños tanques la entrada de una de las embajadas de uno de los países de la región de Oriente Medio. Sin darnos cuenta de por dónde queríamos pasar, preguntamos a uno de los policías si estaba permitido el acceso. Él levantó mucho las cejas, sin decirnos nada más.
Nos quedamos en silencio, nos miramos entre nosotras y, supongo, que las dos pensamos que parecía que el policía se lo estuviese pensando, que no lo tuviera claro. Volvimos a preguntar, y su respuesta fue alzar aún más las cejas. Después de varios segundo incómodos, nos dijo que el acceso estaba prohibido. Nunca más dudamos del significado de unas cejas alzadas y, cuando nos volvimos a encontrar con este gesto particular de los lugareños, entendimos a la primera que era una negativa.
Movimiento de manos
El segundo elemento del lenguaje corporal que nos sorprendió en el Líbano fue un gesto rápido con una mano, como enroscando una bombilla, que se utiliza para preguntar cualquier tipo de cosa. Se suele utilizar en medio de conversaciones, tanto mientras hablas, como sólo, y se sobreentiende, por el contexto de la conversación, que es una pregunta acerca de lo que se está hablando, del tipo: por qué, dónde, cómo… De éste, como se puede observar, aún no estoy segura de saberlo utilizar en el contexto correcto.
Estas dos particularidades las podéis observar en este vídeo, filmado por un libanés, cuyos dos primeros gestos son los mencionados.
Lo aprendido y lo que está por aprender
Hoy en día, aunque no tenga el libanés por la mano ni mucho menos, esos dos gestos me llevan directamente a experiencias que viví, a conversaciones que escuché, a vocabulario que aprendí, a expresiones, lugares y personas de esa ecléctica ciudad donde estuve viviendo hace más de un año.
Estos gestos tan curiosos, que hasta he incorporado a mi repertorio, son parte imprescindible del aprendizaje de una cultura y de un idioma. Desde luego, cuando me embarque en otro viaje o profundice en esta u otra lengua, no me olvidaré de lo que viví en Beirut.